sábado, 8 de agosto de 2015

ARTÍCULO DE GABINETE REFRENDO EN LA REVISTA SALA DE TOGAS Nº 70

LA FIRMA, TIPOS Y CONSIDERACIONES PARA EVITAR FRAUDES

La firma es una forma gráfica autógrafa, elegida o asimilada, que utilizan las personas para identificarse ante los demás. Tiene una serie de características identificables, similares y coincidentes, como son la forma, la proporción, presión, enlaces, etc., que le dan carácter individual y diferenciador. Tanto es así que de darse el caso, que dos firmas sean exactamente iguales, una de ellas sería falsa.
En función de la evolución histórica y social, se ha otorgado valor jurídico a las diferentes representaciones de la firma para autenticar y confirmar su validez. Así, en el Código de Hammurabi, (1750 a. c.) se exigía que el documento que contenía la sentencia dictada, por tribunales civiles o religiosos, había de quedar escrita y sellada como garantía de su autenticidad.
En Roma se asignaba más valor a la prueba de testigos, que junto con las partes, firmaban el documento. La autenticidad del documento se llevaba a cabo en la ceremonia llamada manufirmatio, que consistía en la lectura del documento en voz alta por el notarius, a continuación se desplegaba sobre una mesa, pasando la mano por encima en señal de aceptación de su contenido y al final se escribían los nombres de los intervinientes. El desconocimiento de la escritura, hacía que muchos documentos no se firmaran.
La utilización de sellos o marcas personales fue un hecho muy común, ya que el arte de la escritura era ejercido por muy pocos, hasta el punto de que muchos reyes y emperadores de la antigüedad no sabían escribir ni su nombre; como el caso de Carlomagno, que siendo uno de los hombres más poderosos en el siglo IX de toda Europa occidental y aunque demostró interés por la cultura, no sabía escribir, debiendo autorizar las actas imperiales con una cruz realizada sobre su nombre (su firma) realizado por un escribano.

Bien entrada la Edad Media se generalizó el uso de sellos oficiales por parte de los funcionarios gubernamentales con el fin de garantizar la autenticidad de los documentos oficiales, práctica que más tarde se extendió a los nobles y caballeros, como un signo personal distintivo que permitiera conocer la identidad del autor del documento y que acostumbraban a llevar consigo en recipientes especiales.
La rúbrica es un elemento muy importante que forma parte de la firma, incluso en muchas ocasiones, es la firma. Data de la Edad Media, y al parecer proviene etimológicamente del latín rubrum (rojo). La rúbrica se colocaba al pie del documento, después se añadían tres palabras latinas con tinta roja, scripsit firmavit reconogvit, que de alguna manera daban fe de autenticidad oficial al mismo. Con el tiempo, estas palabras se fueron deformando hasta hacerse ilegibles, convirtiéndose posteriormente en dibujos embrollados. De tal modo que el pueblo llano, desconociendo su verdadero significado, interpretó aquel garabateo como un signo de buen gusto y distinción, intentando imitarlo. De alguna forma todavía, hay quien sigue considerando a las firmas con grandes rúbricas, como elegantes y propias de personas importantes.
Con la generalización del uso de la escritura y la necesidad de utilizar documentos públicos y privados, la firma manuscrita fue adquiriendo la importancia y la función que actualmente se le asigna y que se refleja en el reconocimiento de su valor jurídico.
La plasmación de una firma en un documento tiene tres funciones:
Identificativa, ya que sirve para identificar al autor de la misma, quien expresa su voluntad a través del contenido del documento, bien porque es legible y se puede leer perfectamente el nombre del autor, o bien porque aunque sea ilegible es un signo repetido por dicha persona de forma constante, y por tanto, conocido por los demás.
Declarativa, puesto que es el instrumento de la declaración de voluntad del firmante, ya que supone la asunción del contenido del documento y, por tanto, se hace también responsable de lo declarado en él.
Probatoria, porque permite identificar si el autor de la firma es efectivamente aquel que el contenido del documento manifiesta y que ha sido identificado como tal en el acto de la firma, ya que aunque la persona no reconozca haber firmado el documento, será elemento de prueba la verificación de dicha autoría mediante cotejos realizados por peritos calígrafos.
Algunas personas tienen más de una firma, que va evolucionando con los años y la realizan completa o abreviada dependiendo de la importancia del documento, de la cantidad de documentos a firmar por acto, de la solemnidad del momento, etc. Se distinguen tres tipos de firmas.
La firma entera o textual completa: Se compone del nombre, uno o dos apellidos y con frecuencia rúbrica que puede ser envolvente a modo de adorno. Este tipo admite el examen de casi todas las características que es factible realizar sobre un manuscrito, por lo que eleva la dificultad de la falsificación facilitando al perito llegar a conclusiones fundamentadas con solidez.
Media firma, firma simplificada o de tipo mixto: Se considera a aquella que es una abreviación de la firma entera, son rúbricas que suelen envolver algunos grafismos ilegibles y o legibles de desigual forma. Son realizadas normalmente por personas que firman con frecuencia, junto a la abundancia de peculiaridades gráficas y constituyen el más firme seguro contra su falsificación.
Visé: Es una firma muy simple que consta de un sencillo y abreviado trazado que se realiza en un solo movimiento escritural (sin levantar el útil del papel) y que se utiliza normalmente para dar conformidad o visto bueno. Dificulta las posibilidades de pronunciar una conclusión categórica sobre su autoría si no se dispone de abundantes muestras con las que cotejar.
Pese a la voluntad por certificar la autenticidad de las firmas, todavía en la actualidad es frecuente el intento de falsificarlas. ¿Cómo podemos evitar tener problemas con nuestra firma y evitar que nos la falsifiquen? He aquí algunas recomendaciones:

-       En el mismo acto de la firma, lea atentamente todas y cada una de las hojas que tiene delante, y asegúrese que está de acuerdo con todo su contenido. Recuerde que los documentos suelen tener “letra pequeña” a la que también estará obligado. Ante cualquier duda, consulte a un abogado o experto para que le informe a qué se obliga al firmar ese documento, y qué consecuencias puede tener.
-       Firmar siempre que se pueda en una posición cómoda, preferiblemente sentado, es importante que tenga movilidad el antebrazo y la muñeca.
-       Procurar firmar con la firma habitual y no con visé. Cuanto más sencilla sea su firma, más fácil será que la puedan falsificar. Si lo desea puede tener un modelo de firma más abreviado para firmar documentos de escasa relevancia. Pero debería ser una muestra sintetizada de su firma completa, es decir, que se pueda deducir que procede de su firma completa.
-       Si el documento que ha de firmar ha quedado redactado en más de una hoja, comprobar que las hojas estén numeradas y estampe su firma en cada una de ellas en el lateral o al final. Nunca dejar un espacio en blanco demasiado amplio entre el final del texto y la firma. Así evitará que puedan añadirse párrafos, frases o menciones posteriores al momento de la firma. Firmar justo debajo del texto impreso.
-        Jamás firme documentos u hojas en blanco, aunque tenga confianza con la persona que se lo pide. En la práctica sabemos que va a resultar muy difícil poder probar que una firma se dispuso en un documento en blanco, o parcialmente relleno y que el texto impreso que aparece no estaba allí o se puso después de su firma, es lo que se denomina abuso de firma en blanco.
-       Utilice el mismo bolígrafo o instrumento escritural para manuscribir sus firmas en un mismo documento. Así, será más fácil comprobar que la tinta de todas las firmas es la misma, y podrá demostrarse la posible unidad de acto a la hora de firmar.
-       Para hacer su firma más segura, los expertos recomiendan realizar intersecciones y cambios en la dirección de los trazos, mantenerla ilegible, hacer movimientos rápidos y fluidos y mantener una firma constante, es decir, cuya apariencia no cambie demasiado de una vez con otra. 
-       Es conveniente quedarse con copia del documento firmado y comprobar que figure la fecha.
-       Si aplica estos consejos, su firma será menos vulnerable a ser falsificada.
A pesar de que estamos en la era de los avances tecnológicos, y que la escritura manuscrita sufre uno de sus peores momentos, hoy día todavía se sigue firmando, y se sigue exigiendo en todos los contratos que se plasmen las correspondientes firmas por parte de los implicados, como una manera de responsabilizarse, social y jurídicamente.
Aunque sea un elemento proclive a su imitación y falsificación, la firma sigue siendo uno de los mejores signos personales de identificación, al ser totalmente imposible que alguien pueda usurpar en todos sus rasgos gráficos, al verdadero autor de la misma. Esto, probablemente, sea uno de los factores fundamentales que asegure su supervivencia en el futuro.

Bibliografía:
·         Martín, Rafael (2010). Documentoscopia (método para el peritaje científico de documentos). Madrid: La Ley
·         Orellana, Juan F. y Rafael (2014) Barcelona
·         Robles, Ángel y Vega, Antonio (2009). Grafoscopia y Pericia Caligráfica Forense. Barcelona: Editorial Bosch

Refrendo
GABINETE DE CRIMINALÍSTICA DOCUMENTAL
 ASOCIACIÓN NACIONAL DE EXPERTOS EN GRAFÍSTICA Y DOCUMENTOSCOPIA
  




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